Al PP se le torció el verano

El curso político finalizó con el Gobierno de Pedro Sánchez contra las cuerdas, particularmente por el escándalo Cerdán/Ábalos. Pero el verano no le ha sentado nada bien al PP y a su líder, Alberto Núñez Feijóo. Los enormes incendios forestales en Castilla y León, Galicia y Extremadura han reforzado la percepción de ineficacia que ya dejó el desastre de la DANA en Valencia. Este nuevo capítulo de crisis no hace sino agravar el coste político para un partido que necesita proyectar una imagen de gestor competente. Los fuegos han puesto en evidencia desidia y falta de planificación. En Castilla y León, la oposición ha señalado los recortes drásticos en prevención y la precariedad de los operativos forestales, con brigadistas desbordados y recursos insuficientes. En Galicia, pese a un substancial aumento en el presupuesto de prevención, la Xunta de Alfonso Rueda ha sido criticada por la lentitud en la respuesta inicial, especialmente en Ourense. En Extremadura, María Guardiola, una figura del PP en ascenso, ha sido cuestionada por exigir ingentes recursos al Estado, en un intento de desviar la atención sobre las deficiencias regionales.
Este patrón de gestión errática recuerda al fiasco de Carlos Mazón en Valencia, cuando la falta de coordinación y la tardanza en la respuesta dejaron un saldo terrorífico. Lejos de aprender de aquella lección, el PP tropieza de nuevo con la misma piedra. La respuesta ha sido, como entonces, echar la culpa de todo al Gobierno central sin que las comunidades autónomas afectadas hayan solicitado la declaración del nivel 3 de emergencia. Esta táctica busca eludir sus propias responsabilidades, que son claras en la gestión forestal e incendios, mientras se ha forzado la comparecencia en el Senado de hasta cuatro ministros. Las declaraciones de Elías Bendodo, tildando de "pirómana" a Virginia Barcones, directora de Protección Civil, han proyectado frivolidad, aunque el PSOE también ha contraatacado con dureza, acusando a esos responsables autonómicos de "estar de vacaciones".
El verano se le ha torcido al PP y el desgaste electoral es más que probable. En Castilla y León, el enfado es grande y las protestas en zonas rurales, poco acostumbradas a las movilizaciones, van a erosionar a Mañueco, que tiene cita con las urnas en 2026. En Galicia, Rueda enfrenta el desafío de mantener su liderazgo en un tradicional feudo popular, mientras en Extremadura, la gestión de Guardiola ha sido puesta en duda. Los incendios, sumados al precedente valenciano, podrían convertirse en un lastre en el próximo ciclo electoral para los populares. La realidad hoy es que, si bien Sánchez suscita mucho rechazo, Feijóo tampoco entusiasma demasiado, lo que beneficia particularmente a Vox.