Más difícil todavía

Más difícil todavía

Cada mañana nos despertamos con algún nuevo escándalo que hace pensar en la caída del Gobierno que tenemos. El pronóstico que asegura que esto no puede continuar así se repite y agrava. Vemos como el desastre que ya hace tiempo se viene augurando, incorpora nuevas revelaciones que dan por sentenciada su continuidad. Lo decíamos con las manos en la cabeza cuando vivíamos con un fiscal general del Estado procesado y lo estamos viviendo ya condenado, con un exministro en prisión y vayamos a saber con que nos sorprenderá el más difícil todavía de la política delictiva cuando estas líneas lleguen a los lectores.

Ya no cabe imaginarse cual será el siguiente escándalo. ¿Hasta cuando vamos a seguir así?, es la pregunta que nos hacemos y la pregunta que nos formulan desde el extranjero. No se recuerda un precedente en democracia. Las confirmaciones de las sospechas bajo control judicial se repiten y amplían a nuevos protagonistas, incluido el presidente Sánchez y sus familiares. Sánchez está acosado desde todos los ángulos, desde el Gobierno hasta el partido que lo sustenta; físicamente refleja en su rostro el desgarro de las preocupaciones que le atosigan, pero él resiste en una lucha contra el calendario para descontar un día más desde el poder. Entre tantos defectos como se le achacan, es la resistencia el que justificaría elogios. Entre todas las múltiples acusaciones que pesan sobre su cabeza hay que reconocerle el valor personal unido a la independencia de sus deberes con los ciudadanos.

Pedro Sánchez ignora que se mantiene en el cargo gracias al sustento que le brindan unos centenares de personas que consideran que le rodean y consideran que su salario es lo primero y un mes mas percibiéndolo no contempla el daño que está causando a una sociedad defraudada y con muchos problemas que la propagada oficial intenta soslayar. La sociedad mira a La Moncloa con la esperanza de que sus problemas se resuelvan, pero el Gobierno se escaquea alegando que ha sido incapaz de elaborar un presupuesto del Estado. Ante el temor de los abucheos populares le impiden salir a la calle, el presidente invierte su tiempo viajando por todo el Atlas olvidando que los problemas que debería resolver los tiene en casa, pero son los ciudadanos lo que deben soportarlos y callarse..