'Ascendatur ut removeatur'

'Ascendatur ut removeatur'

Ascendatur ut removeatur, que traducido al latín eclesiástico viene a decir: patada hacia arriba. Esa es la que el Gobierno ha propinado el martes 2 de diciembre al coronel Rafael Yuste, hasta ahora jefe de la Unidad Central Operativa UCO de la Guardia Civil que, en funciones de Policía Judicial, estaba investigando casos de corrupción y crimen organizado.

Llegados aquí es preciso reconocer que es un hecho de general conocimiento que el Gobierno se estaba sintiendo acosado por estas investigaciones, dado que estaban dejando al descubierto conductas delictivas del trío de compañeros del Peugeot formado por Ábalos y Cerdán, que se sucedieron como secretarios de organización del PSOE, y Koldo, ese ejemplo de lealtad tan encomiado por Pedro Sánchez hasta la víspera de su ingreso en prisión.

Antes de proceder se encomendó a la fontanera que husmeara en busca de irregularidades que pudieran desprestigiar a Yuste y a sus efectivos con el propósito de invalidar las averiguaciones que habían ido poniendo a disposición del juez de instrucción, único al que tienen obligación de reportar. Pero la fontanera, travestida de periodista de investigación, fue incapaz de cumplir la misión recibida de Ferraz, sede de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE.

El fracaso en el intento de invalidar al coronel Yuste hizo necesario proceder a su relevo y para evitar malestares se ha preferido ascenderlo. Examinemos ahora el ascenso. Recordemos la doble dependencia de la Guardia Civil: orgánica del ministerio de Defensa y funcional del ministerio del Interior. Además, recordemos que la carrera estrictamente militar se concluye al alcanzar la graduación de coronel y que, a partir de ahí, la decisión de los ascensos a general de brigada, de división o a teniente general es una decisión política y corresponde al Consejo de ministros adoptarla. Nadie puede reclamar su ascenso al generalato ni impugnar que se le haya negado.

Es el Gobierno, en pleno, el que examinada la hoja de servicios del candidato –en este caso del coronel Rafael Yuste– y después de haberla considerado intachable, procede a concederle el ascenso. Así ha tenido que ser también en la reunión del 2 de diciembre.

La propuesta ha tenido que elevarla al Consejo la ministra de Defensa, Margarita Robles. Luego vendrá la asignación de un destino para el que se le nombrará a propuesta del ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska. Entiendo, por tanto, que se ha dado un paso irreversible: el de considerar impecable la trayectoria del coronel Rafael Yuste. Es decir que, en línea con aquel Pedro Gómez Aparicio –quien en su columna de la Hoja del Lunes de Madrid, se permitía escribir «advierto, por última vez, al Pentágono»–, anticipo también mi absoluto rechazo a cualquier intento de venir, a partir de ahora, con descalificaciones que rocen al coronel ascendido.

Quien haya pensado que descabezando la UCO se pone a salvo habrá incurrido en un craso error. Porque la UCO es un equipo sabedor del artículo primero de la cartilla del Guardia Civil, redactada por el duque de Ahumada en 1845, según el cual el honor es la divisa del cuerpo y debe conservarse sin mancha, ya que una vez perdido, no se recupera jamás. Atentos.