¡Lamine ...veremos!

Vaya por delante mis mejores deseos en su carrera deportiva. Sus orígenes humildes, su espíritu de superación, la atención a su familia, sus declaraciones iniciales en la Eurocopa y su ímpetu nos cautivó a muchos.

¡Lamine ...veremos!

Alcanzar la mayoría de edad, conlleva derechos y obligaciones. Una afirmación obvia pero que merece la pena subrayar ante determinados comportamientos. Y es lo vivido con la efeméride de nuestro joven futbolista Lamine Yamal, estrella de nuestra selección, nos hace ver que hay para quien no es tan obvio la correspondencia entre derechos y obligaciones, entre privilegios y responsabilidad.

Vaya por delante mis mejores deseos en su carrera deportiva. Sus orígenes humildes, su espíritu de superación, la atención a su familia, sus declaraciones iniciales en la Eurocopa y su ímpetu nos cautivó a muchos.

Pero, ser un referente público o profesional conlleva obligaciones y responsabilidad, y el cumplir 18 años conlleva derechos y obligaciones. Y es que cuando uno se convierte en un profesional o estrella de ese nivel conlleva responder con altura y respeto a lo que se pueda representar. No sólo porque deba responder al ideario colectivo de sus seguidores sino porque, en este caso, el ser referente deportivo significa mucho más que dar el callo durante cada partido.

El fútbol hace muchos años que se alejó de ser un simple encuentro deportivo de 90 minutos cada fin de semana. Por lo que queda muy desvirtuado su llamamiento de: Solo trabajo para el FC Barcelona y fuera del campo hago mi vida.

Y pese a tener todo el derecho a divertirse y disfrutar de su vida, ir de fiestas con influencers, actores, futbolistas y lo que le dé la gana. El ser baluarte del equipo blaugrana y de la selección española lo convierte en un ejemplo a imitar por millones de chavales y niños, y ahí es donde radica el debate.

Está en su derecho a triunfar desde la actitud discreta y sencilla de Messi, Iniesta, Xavi o hacerlo más notorio a lo Cristiano Ronaldo o Neymar, incluso no hacerlo y acabar convirtiéndose en un juguete roto. Pero hay límites en la dignidad de otras personas que no forman parte de tu derecho a divertirte y pasarlo bien. Chicas de imagen que desgraciadamente son usadas desde su mayoría de edad en discotecas como reclamo y acaban confundiéndose con ellas la línea que separa determinados comportamientos en las zonas exclusivas o reservados de esas salas (recuerden el juicio reciente de algún futbolista muy conocido, no parece el camino), dudo que alguien con su edad y popularidad necesite pagar 20.000 euros de gratificación a esas mujeres para ir a su fiesta y que nos parezca tan normal. O querer justificar el derecho de las personas con acondroplasia a renunciar al derecho que le otorga la ley a no ser objeto de burla o trato vejatorio. Ellos quieren trabajar y las instituciones estamos fallando en no ayudarles en ese tránsito laboral, pero su necesidad de ganarse la vida y sacar a sus familias adelante no puede ser la coartada de estos comportamientos denigrantes. Salven la distancia, pero mañana una familia pobre no puede vender un riñón para paliar sus necesidades bajo el argumento de tener otro y de la propiedad de su cuerpo. Las instituciones deben velar por sus ciudadanos y que sus necesidades no le lleven a renunciar a sus derechos.

Lamine es un tipo inteligente, transmite nobleza y está en un gran club que estoy convencida sabrá acompañarle o cuidarle en lo deportivo y confío que en lo demás también.

En casa tengo dos pequeños de 9 y 5 años que vibran al verle, que le siguen, le emulan y quizás es esto lo que me lleva a transmitir aquello que siento. Dieciocho años solo se cumplen una vez, puede divertirse y disfrutar cuanto le venga en gana, eso sí, sin olvidar que su derecho a divertirse no está por encima del derecho a la dignidad de quienes participan en esa diversión. Es un gran futbolista, llegará a ser una estrella si quiere, talento, toque, y un gran equipo le arropa y si a eso une cabeza…Veremos.