Vivir a 50 grados

Prepararnos para vivir a 50 grados. Es en lo que están empezando a trabajar en varias ciudades. El calor sofocante, insufrible, abrasador –pónganle los...

Vivir a 50 grados

Prepararnos para vivir a 50 grados. Es en lo que están empezando a trabajar en varias ciudades. El calor sofocante, insufrible, abrasador –pónganle los adjetivos que quieran porque todos se quedarán cortos– que estamos sufriendo estos días va a dejar de ser algo extraordinario para pasar a ser algo más que ordinario. Viviremos con temperaturas impensables, superando fácilmente los 40 grados en cualquier punto del país. Y eso nos obligará a cambiar hábitos y modelos de negocio. Hay terrazas de verano que estos días están desiertas.

Muchos bares y restaurantes abren la persiana a mediodía y, hasta que no cae el sol, no empiezan a tener movimiento. Nadie baja a tomarse algo a la terraza con este calor abrasador. Las calles están vacías y los comercios, ahí van. Se resignan a ver cómo muchos entran para refrescarse con el aire acondicionado del local y mirar distraídamente cosas que no acabarán comprando. Quizás, alguno, pique y acaben pasando por caja, pero la gran mayoría los utilizan como refugio ante el calor insoportable que hace fuera.

Refugios. En eso están trabajando ciudades como Barcelona. Crear refugios climáticos para un escenario que ya no suena tan lejano: vivir con temperaturas próximas a los 50 grados. Espacios en los que la gente pueda resguardarse del calor. Ciudades que dejen de ser hornos para los que no pueden escaparse a un lugar más fresco o para quienes no pueden tener un aparato de aire acondicionado encendido todo el día y no caer del susto cuando llegue la factura de la luz. Personas vulnerables a las que se pueda atender en esos espacios; que puedan socializar y no encerrarse en casa, con las persianas bajadas para que no entre el sol y completamente aislados por culpa del calor.

El secretario general de Naciones Unidas se sorprendía estos días del calor de Sevilla. Alguien debió pensar que organizar la Cumbre de la ONU en estas fechas en la capital andaluza era una buena idea. Sin pensar en el calor del principio del verano, con cientos de mandatarios vestidos de riguroso traje y corbata. El propio Guterres decía que no se puede normalizar este calor. No podemos normalizarlo, pero tampoco podemos cambiarlo. Ya no. No va a haber vuelta atrás. No vamos a ir a mejor, al menos no durante los meses centrales del verano. Y, si no nos preparamos ya, habrá ciudades que se conviertan en inhabitables, al menos cuando llegue el calor. Un calor que, les recuerdo, cada vez se alarga más, dura más y es más intenso. En octubre estamos todavía enmanga corta en muchas ciudades. ¡En octubre!

La primera ola de calor del verano ya nos ha agotado a muchos. Y todavía quedan unas cuantas más, me temo. Quédense con esa idea: refugios. Una palabra que sonaba a guerra y que puede ser la salvación ante el calor.