La Biblioteca de Mujeres: cuarenta años sin disponer de un espacio propio

Más de 30.000 libros y publicaciones de escritoras o dirigidos al público femenino de los siglos XIX y XX cedidos al Instituto de la Mujer acumulan polvo en emplazamientos provisionales de Madrid

La Biblioteca de Mujeres: cuarenta años sin disponer de un espacio propio

Caminamos sobre palabras que estuvieron antes e inventamos otras nuevas. Cuando Virginia Woolf escribió que una mujer necesita una habitación propia (y dinero, dijo también) para dedicarse a la literatura, ya reconoció que eso “deja sin resolver el gran problema de la verdadera naturaleza de las mujeres y la verdadera naturaleza de la literatura”. Como han demostrado muchas escritoras, disponer de ese cuarto propio no es necesario para escribir (y tampoco el dinero), pero si la idea de la habitación propia perdura es porque se ha convertido en un símbolo que trasciende el mero espacio físico. Es, sin embargo, un espacio físico, una sede estable y permanente, lo que necesita la Biblioteca de Mujeres, que supera los treinta mil volúmenes. Hace ya más de cuarenta años que su impulsora, la documentalista Marisa Mediavilla (Palencia, 80 años), empezó a adquirir todo tipo de libros y de publicaciones de mujeres, y sobre mujeres.

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