Los incendios de Sanabria arruinan el verano del sector turístico: "La gente piensa que está todo carbonizado, pero es solo la sierra"

Cuando el lunes 18 de agosto, a las 10:30 de la mañana, los móviles de Anna y Guille comenzaron a pitar al unísono, ellos no estaban en casa. Habían pasado la noche en la parte de arriba de su negocio, el bar El Pato, a las orillas del Lago de Sanabria, en ese espacio que es a la vez almacén y alojamiento improvisado. Los niños no estaban, se habían quedado con la abuela en Vigo (no el gallego, el de Sanabria, Zamora), el pueblo cercano en el que viven. En la pantalla, la alerta de Protección Civil era inequívoca: "Grave peligro por incendio forestal. Preparación ante una previsible evacuación".
"Justo acabábamos de recibir el pedido para las siguientes dos semanas, así que lo primero fue organizar todo, congelar lo que se pudiera. No sabíamos cuándo íbamos a volver", cuenta Anna Quintana, sentada a la mesa justo en ese mismo lugar.
Ese mismo mensaje llegó a todos los móviles de la zona. Faustino López, dueño del complejo turístico Villa Lucerna, en Vigo de Sanabria, recuerda la confusión inicial: "Al principio dejamos un cocinero, una persona en limpieza, un camarero y alguien en la zona multiaventura, por si había clientes que atender. Pero por la tarde nos dijeron que no: que teníamos que evacuar a todos".
Así, lo que al principio fue un aviso preventivo, se convirtió en pocas horas en una advertencia urgente: había que marcharse. Según datos oficiales, unas 8.000 personas fueron evacuadas en distintos pueblos de Sanabria. La evacuación era voluntaria, pero la gran mayoría de la gente decidió seguir la recomendación.
"De 1.700 personas que había ese día en Vigo, nos quedamos veinte", recuerda Javier Gallego, que lleva junto a su mujer Conchi del Estal, negocios de alojamiento rural en la zona. "Fuimos muy claros con nuestros clientes. Les dijimos: 'Tenéis que iros, lo sentimos muchísimo, pero como no sabemos hasta donde va a llegar esto, ni qué alcance va a tener, pues igual que se va la gente del pueblo, os tenéis que ir vosotros'. Y les devolvimos el dinero de lo que les quedaba de estancia", recuerda sentado junto a su mujer frente a esa misma casa que antes estaba llena de turistas y ahora está vacía.
"Pasamos del 100% al 0%"
El incendio llegó en el peor momento posible. Agosto es el mes fuerte del turismo en Sanabria: concentra hasta la mitad de la facturación anual de muchos negocios. "Del 10 al 31 de agosto, es cuando más facturación hacemos: esos días suponen entre el 40 y el 50% de los ingresos anuales", explica Anna, del chiringuito El Pato.
Según datos de la Junta de Castilla y León, publicados en abril de este año, el Parque Natural del Lago de Sanabria y Sierra Segundera y de Porto, alcanzó un total de 2,1 millones de visitantes entre 2022 y 2024. Los meses de julio y agosto son los de mayor afluencia, con una media de algo más de 180.000 visitas al mes. Desde la Junta, ponen como ejemplo el día de mayor afluencia de 2024, el 17 de agosto, con 10.465 personas y 3.434 vehículos accediendo al parque en un solo día.
"Este verano estaba siendo muy bueno. Ha hecho mucho calor, quizás demasiado, pero para el negocio nos venía genial", añade Anna. Y ese es el punto: no se trata solo de lo que se perdió durante las evacuaciones, sino de lo que se dejó de ganar en plena temporada alta.
Javier y Conchi, que gestionan cuatro cabañas, una casa rural y un apartamento en Vigo y San Martín de Castañeda, lo vivieron con resignación. Tenían todo reservado hasta mediados de septiembre. "Pasamos de estar completos a quedarnos sin nada", cuentan. "Anulamos la semana del incendio, pero después fue la gente la que anuló septiembre. Y lo peor es que no han entrado nuevas reservas".
La caída también se notó en otros negocios de la familia: en el Bricocentro, la tienda de bricolaje y carpintería que está en El Puente, la facturación de agosto se redujo un 55% respecto al año pasado.
El hotel del complejo Villa Lucerna estaba al completo hasta el 12 de septiembre. "Pasamos del 100% al 0%, así de claro", resume Faustino López. Su negocio tiene tres vertientes: restaurante, hotel y zona de multiaventura, y los tres puntos de negocio cayeron en picado. "Pero esto no ha afectado solo a los pueblos que se evacuaron, sino a toda Sanabria: el bajón ha sido general", explica el empresario.
En el Puente, que no formaba parte de los pueblos evacuados, también han notado el descenso de visitantes. Nacho y María, que llevan más de 30 años regentando el Burger La Fuente, calculan un descenso del 40% en el mes más rentable del año. "A nosotros se nos fue mucha gente, pero aún así quedó algo. Hemos trabajado, aunque no al ritmo que tocaba", explica Nacho, sentado en la barra, con el mandil puesto.
Más al sur, a la salida de Puebla de Sanabria, el restaurante Montelueño sufrió las consecuencias de los cortes de carretera en la A-52. "El 70% de nuestros clientes son de paso, de los que viajan hacia las Rías Baixas o a Oporto. Entre el 18 y el 23 de agosto tuvimos la mitad de clientela que el año anterior", explica David Fernández, que lleva desde 2008 al frente del negocio. "Fue un agujero, porque perder un 50% en siete días se nota. Para un restaurante que abre todo el año no es insalvable, pero hace daño".
Ayudas insuficientes
La Junta de Castilla y León ha aprobado ayudas directas de 5.500 euros para los negocios afectados por el incendio y que se encuentren ubicados en los municipios que tuvieron que ser evacuados. Una cantidad que todos agradecen, pero que, comparada con lo perdido, se queda corta.
"Las pediremos, claro, cómo no las vamos a pedir", pregunta retóricamente Javier Gallego. "Pero lo que hemos dejado de ingresar son 15.000 euros. Para nosotros agosto lo es todo: lo que ganamos ese mes sostiene el resto del año. Si esto hubiese pasado en septiembre, la repercusión habría sido menos de la mitad. Si hubiese ocurrido en noviembre o en diciembre, no habría sido ni una quinta parte".
Faustino López, desde Villa Lucerna, lo resume con crudeza: "Eso es menos que la venta de un día. Poco nos va a solucionar".
Anna Quintana coincide: "Bien recibida será, pero si la comparo con lo que hemos perdido, es una miseria". Para ella, el problema no es solo la falta de ingresos inmediatos, sino cómo condiciona los planes del negocio: "Teníamos proyectos en mente, inversiones que queríamos hacer este año… y se tendrán que retrasar como mínimo un año más".
Las dudas sobre el futuro sobrevuelan todos los negocios. "En principio no hemos pensado en cerrar", reconoce Faustino López, "pero va a ser duro. Habíamos invertido en una carpa para bodas y en otras mejoras. Algunas se quedarán en el aire, porque todavía no sabemos si podremos resistir financieramente este año".
Para Nacho, del Burger La Fuente, la diferencia de aguante puede estar en la trayectoria vital del negocio: "Nosotros llevamos 31 años. No es lo mismo que alguien que acaba de empezar, que contaba con este verano para consolidarse. Para ellos va a ser un año mucho más difícil".
¿El futuro? Volver
Lo que más preocupa ahora es el futuro inmediato: "Agosto ya se ha perdido, y septiembre suele ser un buen mes. Puede que ahora vengan curiosos, pero pienso que vamos a tener un otoño flojo. Aquí, en otoño e invierno, el turismo es de fin de semana: rutas, setas, lago y comida. No es fácil que la gente venga solo a comer", resume David Fernández, del restaurante Montelueño.
Anna Quintana diferencia entre dos tipos de turistas: los que vienen una vez a conocer la zona y los que vienen cada año porque tienen raíces familiares o una segunda residencia. "La gente que tiene casa en Sanabria no va a dejar de venir", asegura. Para ella, el golpe ha sido fuerte, pero cree que la próxima temporada no se verá comprometida.
Para Javier y Faustino, que viven precisamente de ese turismo ocasional, la mayor amenaza es la imagen proyectada hacia fuera. "Ha salido en todos los medios y la gente piensa que Sanabria está carbonizada entera", lamenta Javier. "La realidad es que llegas a Puebla y está como siempre: el lago, los pueblos… Lo que se ha quemado es la sierra. Pero la imagen que se ha creado es que está todo negro".
Faustino insiste en la misma idea: "El que tenga casa en cualquier pueblo de Sanabria va a seguir viniendo. Pero el turista de tres o cuatro días, si piensa que todo está quemado, no vendrá. Y no es verdad: la montaña ardió, pero el entorno del lago se conserva".
En la terraza de El Pato, frente al agua del lago que refleja la sierra quemada en lo alto, un banco de madera recuerda esa certeza: "Lo mejor de Sanabria es volver". Hoy, esa frase es más que un eslogan turístico: es la promesa de quienes apuestan por quedarse, y de quienes apuestan por volver. Porque, como repite Javier, "mientras no se queme el negocio ni nos quememos nosotros, todo es recuperable".