Los alumnos españoles vuelven al cole con más restricciones a las pantallas: "Debe primar el derecho a la educación"
Más de ocho millones de escolares volverán este lunes a clase, en una vuelta al cole marcada por una mayor restricción al uso de pantallas y, en concreto, de teléfonos móviles. Prácticamente todas las comunidades autónomas han aprobado normas que prohíben o limitan el uso de smartphones en aulas, recreos y comedores escolares desde este septiembre. Una medida impulsada con el objetivo de reducir el impacto que estos han aparatos han demostrado tener, tanto en el rendimiento educativo de los alumnos, como en su socialización.
En enero de 2024, el Consejo Escolar del Estado recomendó prohibir los móviles en las aulas de Infantil, Primaria y ESO de toda España, así como en recreos y comedores escolares. Desde entonces, los gobiernos autonómicos han ido aprobando normas específicas en las cuales restringen el uso de pantallas en los colegios desde este curso que arranca ahora. Aunque las limitaciones varían según el territorio. Mientras Madrid, por ejemplo, veta los móviles en Infantil y Primaria; Cataluña ha decidido prohibirlo por completo en toda la educación obligatoria; y País Vasco ha decidido dejar esa decisión en manos de los propios centros educativos.
Con más o menos restricciones, la cuestión es que la comunidad educativa está reaccionando a los efectos negativos que han demostrado tener estos dispositivos en el día a día de niños y adolescentes. La propia OCDE alertó hace poco en su último informe PISA 2022 de la bajada de nivel entre los estudiantes que más usan los móviles para entretenerse. Otras organizaciones de defensa de los derechos de la infancia también vienen advirtiendo del uso de estas tecnologías como herramienta para perpetuar el acoso escolar. Mientras tanto, la edad a la que los niños tienen su primer móvil es cada vez más baja: según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 70% de los niños de entre 10 y 15 años ya cuenta con un smartphone propio, cifra que asciende al 96% entre los adolescentes de 15 años.
Sin móviles en toda la educación obligatoria
"Hay varios estudios que muestran resultados claramente positivos en la prohibición estricta de los móviles: mejora la atención y los resultados académicos, especialmente en alumnos de rentas bajas y en niñas, y reduce el bullying", detalla este periódico Lucas Gortázar, director de Educación de EsadeEcPol. Para el experto en economía y política educativas, los móviles deberían prohibirse, por lo menos, en Primaria y la ESO. "Es una etapa donde el derecho a la educación prima, porque es obligatoria, y el Estado debe hacer todo lo posible por facilitarlo. De los 16 a los 18 años, es decir, Bachillerato o Formación Profesional, es más complicado porque ya no es obligatorio, pero también creo que habría que planteárselo. No tanto por razones de salud pública, aunque siguen siendo menores, como por razones pedagógicas", defiende Gortázar, quien insiste en que las aulas estén libres de teléfonos, al menos, hasta que se halle la "fórmula" para integrarlos.
Gortázar reconoce que lo óptimo sería que la comunidad educativa pudiera abordar este problema desde otro enfoque, formando a los niños y adolescentes para que hagan un uso adecuado de este tipo de tecnologías, como sí se está haciendo con otros temas, como la sexualidad, la convivencia o el cambio climático. "Pero es verdad que ahora no estamos siendo capaces. Estamos desbordados, hay problemas de salud psicosocial en aumento y es muy difícil pararlo", sentencia.
Por tanto, para el experto, el primer paso debe ser, irremediablemente, la prohibición. Al menos hasta que se extienda la concienciación de la sociedad en torno a este asunto y mientras el profesorado siga teniendo tantos "frentes abiertos". Ello no quiere decir que no puedan contemplarse excepciones, pues hay adolescentes que quizás necesitan el teléfono porque se desplazan de casa al instituto solos, porque caminan a la escuela o porque cogen el transporte público. "Ahí la escuela puede, por ejemplo, ofrecer cajitas o armarios con candados en la puerta de las escuelas para todo el alumnado", asevera.
Menos 'bullying'
Coincide con el experto Silvia Álava, psicóloga educativa, que incide en que, más allá del nivel académico, vetar los móviles en colegios e institutos es una medida que puede contribuir también a reducir el acoso escolar, sobre todo cuando este se produce fuera del colegio. "Cuanto más fácil es el acceso a dispositivos electrónicos, más fácil y más relacionado está el ciberbullying, sobre todo, que es el que se hace a través de las redes sociales. Antes un chico era víctima en las horas escolares, pero llegaba a casa y tenía un respiro. Pero ahora el problema es que el bullying es 24 horas, los siete días de la semana, porque continúa a través de los dispositivos", explica a este periódico.
Un "abrazo irreflexivo" a la tecnología
Con todo, prohibir los teléfonos móviles no significará que los niños y adolescentes dejen de estar en contacto con la tecnología. Ambos expertos insisten en que esa no es la cuestión, pues hay que enseñarles a hacer un buen uso de ella y entender que esta puede ser una buena herramienta de aprendizaje. Aunque Gortázar reconoce que España puede haberse precipitado a la hora de hacer esa transición digital en las aulas.
"Quizás se ha dado un abrazo irreflexivo a la tecnología en muchos centros. Con los fondos europeos se ha comprado mucha tecnología, pero se ha invertido muy poco en pensar en cómo la vamos a usar", subraya el director de Educación de EsadeEcPol. Gortázar cita, en ese sentido, un informe reciente de la Agencia Catalana de Evaluación de Políticas Públicas sobre el uso de tecnología en las aulas, en el que muestran que el debate no está tanto en "tecnología sí" o "tecnología no", sino más bien en cuánto se involucra esta en la formación de los chavales. "Cerrarle la puerta a la tecnología en la escuela es una irresponsabilidad social y además es una pérdida de una oportunidad para que los niños aprendan más. Pero no es lo mismo hacerlo en la ESO que en Primaria. Empezar con la tecnología muy pronto tiene efectos negativos en la capacidad de lectura y de procesamiento de texto", detalla.
En esa línea, Silvia Álava defiende alargar la edad a la que se introducen las pantallas en las clases, pues considera que hay procesos educativos, como leer y escribir, que deben aprenderse "con papel y lápiz". "También tenemos que saber que la capacidad de mantener la atención a lo largo del tiempo algo que también se desarrolla, y esos son procesos que tienen que madurar fuera de la pantalla, por eso insistimos tanto que el uso de pantallas tiene que estar limitado, supervisado y viendo cuál es el contenido que están consumiendo", concluye.