Las Perseidas se enfrentan a la luz lunar en su noche álgida: "Sólo se verán las más brillantes"
El resplandor lunar podría dificultar la visibilidad de los meteoros más débiles, aunque se podrán ver los más brillantes, llamados bólidos.

La lluvia de las Perseidas es uno de los fenómenos astronómicos más populares de cada verano. Se espera que estos meteoros alcancen su punto álgido de visibilidad durante la noche del martes 12 de agosto, pero este año su observación estará limitada por una invitada especial: la Luna.
Actualmente, el satélite terrestre aún muestra gran parte de su disco iluminado al encontrarse tres días después de su fase llena. En palabras para 20minutos del doctor en Astrofísica y Cosmología por la Universidad Autónoma de Madrid, Yago Ascasíbar, esto supone un reto para su observación: "La Luna ilumina el cielo, lo que hace que cuanta más luz refleje, menos se vea". Afirma que supone una suerte de "contaminación lumínica natural", que refleja la luz del sol y la lleva a la atmósfera, lo que hace más brillante el cielo observado.
El efecto es especialmente notable con meteoros de baja intensidad, que pueden quedar completamente ocultos por el resplandor lunar. Aun así, meteoros muy brillantes seguirán siendo visibles. "Solo vas a ver las estrellas fugaces más brillantes y con menos contraste que si hubiera Luna nueva, que sería lo ideal para cualquier observación del cielo", añade Ascasíbar.
El origen del espectáculo
Estas Perseidas, conocidas también como las 'Lágrimas de San Lorenzo' por coincidir con la festividad del mártir español (10 de agosto), son visibles cada verano en la totalidad del hemisferio norte. Este fenómeno se produce cuando la tierra atraviesa la nube de partículas que deja tras de sí el cometa Swift-Tuttle a su paso en su órbita alrededor del sol.
El Swift-Tuttle pasa cerca de la Tierra cada 133 años, pero el rastro de polvo y fragmentos que va dejando permanece en el espacio. "El cometa es una mezcla de piedra con hielo. El hielo se evapora y arrastra granos de polvo y piedrecitas que van quedando por toda su órbita", explica Ascasíbar. "Cuando la Tierra pasa por esa nube, encontramos una concentración mucho mayor que en cualquier otro momento del año".
Estos diminutos fragmentos, que suelen medir entre 2 y 4 centímetros, se desintegran al entrar en la atmósfera terrestre a velocidades que pueden superar los 50 kilómetros por segundo, generando destellos luminosos en el cielo nocturno. “En las Perseidas hablamos de trozos muy pequeños, que se queman completamente. No suponen ningún peligro: la gran mayoría nunca llega al suelo”, explica Ascasíbar.
Aunque el fenómeno puede observarse desde el 17 de julio hasta el 24 de agosto, el pico de actividad se concentra entre el 11 y el 13 de agosto. Durante esas noches, en condiciones ideales, se pueden llegar a observar entre 100 y 200 meteoros por cada hora.
La Luna bloquea la visibilidad
En 2025, el máximo de actividad se producirá hacia las 22:00 horas (hora peninsular) del 12 de agosto. El problema es que la Luna, recién entrada en su fase menguante, seguirá ofreciendo un brillo notable que competirá con el de los meteoros menos luminosos. Esto reducirá la visibilidad en gran parte de la noche, sobre todo a partir del momento en que el satélite se eleve en el horizonte.
Acasíbar, por su parte, recomienda esperar a que el cielo esté completamente oscuro, evitando el crepúsculo y, si es posible, antes de que la Luna gane altura en el horizonte: "Aunque el punto máximo sea a las 22:30, yo esperaría un poco más, hacia las 23:30 o las 00:00. Así el cielo ya estará oscuro y la Luna aún baja, lo que ayudará a ver más meteoros".
Además, aconseja orientar la mirada hacia el norte, en dirección a la constelación de Perseo, de donde parecen “surgir” las estrellas fugaces: “Es como si salieran de ese punto. Mirar hacia esa zona aumenta la probabilidad de ver más, aunque pueden dirigirse hacia cualquier parte del cielo”, señala.
Un fenómeno físico
Más allá del impacto visual, el astrofísico recuerda que el brillo de una estrella fugaz es fruto de un proceso físico fascinante: "Lo que ves no es solo el meteorito ardiendo. La fricción calienta el gas de la atmósfera, ionizando sus átomos. Cuando los electrones vuelven a su estado original, emiten luz. Es una mezcla de la luz del propio meteoro y la de la atmósfera".
Esta explicación también sirve para entender por qué los meteoros pequeños, como los de las Perseidas, no suponen peligro alguno: se desintegran completamente a gran altitud. Los bólidos, meteoros especialmente brillantes, pueden ser más espectaculares, pero en este tipo de lluvias raramente dejan restos en el suelo.
Estrategias y recomendaciones
El lugar de observación también marcará la diferencia: zonas rurales, montañosas o costeras con baja contaminación lumínica son las más adecuadas. "La mejor recomendación es elegir un buen lugar, esperar a que el cielo esté oscuro y evitar mirar a la Luna para que la pupila no se dilate y contraiga", apunta Ascasíbar.
Este año, quizá no alcancemos cifras récord de meteoros, pero los que logren atravesar el resplandor lunar nos recordarán, por unos segundos fugaces, que seguimos conectados a un espectáculo que lleva repitiéndose miles de años.