Los cabos sueltos y las nuevas investigaciones cuando se cumplen 33 años del caso Alcàsser

Los cabos sueltos y las nuevas investigaciones cuando se cumplen 33 años del caso Alcàsser

Como el más polémico y mediático de la historia de España, el caso Alcàsser sigue dividiendo a la opinión pública. Aquel 13 de noviembre de 1992 no solo marcó a la sociedad, también a los medios de comunicación que, tras graves tropiezos, fueron reconduciendo la manera de narrar la crónica negra. Para la gran mayoría es una historia ya mil veces contada, pero las nuevas generaciones quizá no conozcan ni comprendan la magnitud del caso. Hoy, 33 años después, sus incógnitas persisten en la prensa, foros de Internet o canales de YouTube, y todavía se investigan algunas pruebas cuyos resultados podrían esclarecer algunos cabos no aclarados.

Miriam García, Toñi Gómez y Desirée Hernández, de entre 14 y 15 años, desaparecieron por la noche mientras hacían autostop para acudir a una discoteca de Picassent. Sus cuerpos fueron encontrados casi tres meses después, en un paraje de difícil acceso llamado La Romana. Una serie de pistas llevaron hasta Miguel Ricart y Antonio Anglés. Ricart acabó cumpliendo 21 años de cárcel, pero Anglés sigue en busca y captura. Una serie de confusiones, contradicciones, bulos y descuidos en la investigación han llegado a dividir la opinión pública entre quienes creen en la denominada por algunos “versión oficial”, en conspiraciones, alternativas y otro intenso y largo etcétera.

Según el tribunal, las jóvenes fueron secuestradas por Antonio Anglés y Miguel Ricart. Las llevaron en coche hasta una casa abandonada y allí las torturaron, violaron y mataron. Después, enterraron sus cuerpos en una fosa de poca profundidad. Entre las dudas persiste la idea de que no todo ocurrió en La Romana. Hay quienes piensan que hubo errores en la recogida de vestigios posible manipulación de la escena, y se apunta a la posible participación de más personas.

En la actualidad, varias pruebas se siguen analizando. Felix Ríos, criminólogo y perito judicial, contaba recientemente en el podcast Animales Humanos que su equipo se ha personado en el procedimiento judicial. Tal como ha confirmado a 20 Minutos, forman una de las acusaciones populares. Solicitaron y se autorizó por parte de la jueza instructora el análisis de algunos elementos. Los avances forenses podrían esclarecer algunos hechos o, al menos, acotar el nivel de incertidumbre ya que, en los años 90, las técnicas usadas eran mucho más rudimentarias. Bajo el foco siguen la famosa alfombra, el coche y muestras de ADN.

Uno de los motivos que alimenta teorías alternativas es el hallazgo de varios perfiles de ADN en el cuerpo y la ropa de las víctimas. Esto podría indicar la participación de más personas y conformar la idea de una red criminal más amplia. Pero esos perfiles no fueron contrastados con el ADN de las propias víctimas, por lo que se desconoce su proveniencia. Otro de los puntos contradictorios es el de la presunta ausencia de sangre en los elementos relevantes de la escena. Se divulgó que no se hallaron restos, algo incompatible con el nivel de violencia empleado, y razón que impulsó la teoría de otros posibles escenarios.

No sería del todo correcto afirmar que no se halló sangre. Una vez más, las técnicas de entonces no son las de ahora, y cabe la posibilidad de que sí hubiera restos, o bien no seleccionados, o bien no descubiertos. De hecho, entre las últimas pruebas analizadas, se ha encontrado sangre en el asiento de atrás del vehículo en el que fueron trasladadas las chicas, hecho que confirmaría la declaración que aportó Ricart hace más de 30 años, en la que aseguraba que Anglés, desde el asiento del copiloto, golpeó con la empuñadura del arma a una de las víctimas.

Dos hallazgos posteriores a los hechos enturbiaron aún más las aguas. El primero fue un diente. Lo encontró el forense Paco Etxebarría unos 25 años después, pero no pudo determinarse que perteneciera a las víctimas. Un elemento más para alimentar teorías alternativas. El segundo, restos de falange. Los halló una pareja que estaba de visita en la zona en 2019. Esta vez, sí pudo confirmarse que pertenecían a una de las chicas. Capítulo a parte es el de los testimonios. Desde personas que aseguraron haber visto a las chicas después del secuestro a quienes vieron más gente en el coche. Pero que hubiese testigos, con todo género de afirmaciones, es lo más habitual. A Diana Quer, por ejemplo, afirmaron haberla visto hasta en el extranjero cuando en realidad estaba en un pozo. Algo parecido ocurre todavía con Madeleine McCann.

A la incertidumbre se suman los informes que se contradicen, pruebas que se desmontan y autopsias opuestas. Esto, también, forma parte de lo normal en un procedimiento judicial. Algunos creen que aquella caseta era un punto de paso, o incluso una simulación. La conspiración apunta a una red de personas influyentes, con políticos de por medio, decididos a grabar una cinta snuff. Unas grabaciones que nadie habría visto, salvo Juan Ignacio Blanco, escritor y periodista que siempre defendió la teoría de la red criminal. Circuló la hipótesis de que aquel vídeo lo atesoraba un párroco y que habría sido guardado posteriormente por el Ministerio del Interior, algo que sería posteriormente desmentido por una investigación.

Por no hablar de la fuga de Anglés. Se presume que escapó, pasó por Portugal y embarcó hacia Irlanda. Nunca se encontró su cuerpo, aunque, para variar, volvieron a proliferar las llamadas que contaban haberlo visto en todo lugar y sitio. Es posible que efectivamente alcanzara Irlanda. O que se lanzara al agua. O que jamás escapara de España. Los hay que creen que fue ayudado, encubierto por alguien. Nadie realmente sabe, o si sabe, no dice.

Hace unas semanas Miguel Ricart volvió a copar titulares por una entrevista en El Rincón del Disidente. Una aparición tan comentada como criticada porque, a fin de cuentas, qué más va a aportar una persona que cambió tropecientas veces de versión. Primero, confesó el crimen. Luego, se desvinculó apuntando a la presión policial, después confirmó haberlo presenciado, aunque negando su participación. Sus años ha cumplido y lo que diga después, a estas alturas, poco aporta ya. Lo relevante sería apaciguar las teorías, esclarecer las pruebas, rebajar el tono y respetar a unas familias que bastante padecieron, y que siguen sufriendo.