El automóvil o las dos caras de la economía española

El automóvil o las dos caras de la economía española

En Barcelona estaba Seat; en Valencia, Ford; en Vigo era Citröen y en Zaragoza, Opel. Una parte del despertar económico de la España autonómica del siglo XX llegó gracias a la industria del automóvil. No solo generaron miles de puestos directos, sino que con su industria auxiliar se crearon otros cientos de miles de trabajos más e hicieron de España un gigante mundial de la industria de componentes. Manivelas, ventanillas, asientos... las carreteras europeas se llenaron de partes de coches 'made in Spain'.

Pero el sector se ha ido consolidando a la fuerza (por ejemplo, General Motors tuvo una quiebra temporal y la fábrica de Zaragoza ahora pertenece a Stellantis, igual que la de Vigo), le han llegado las curvas del motor eléctrico y ha ido perdiendo peligrosamente empleo (en lo que va de década, un 10%). España ha hecho bien en buscar otros nichos, pero debe seguir peleando por una industria que articula como ninguna otra el territorio.