Felipe VI, la nueva transición y los ecos de Kennedy
España es un gran país que ha superado muchos desafíos. El último relevante cumple ahora 50 años. Pasar de un régimen dictatorial a un modelo democrático basado en la convivencia y en el que caben todos parecía una misión imposible, pero se consiguió. Y, como nos ha recordado el rey en su discurso de esta Nochebuena, se hizo gracias al "diálogo" y a que se supo crear un marco de convivencia, la Constitución, en la que cabían todos. "Aquel coraje -el de avanzar sin garantías, pero unidos- es una de las lecciones más valiosas que nos enseñaron", nos ha dicho Felipe VI.
Pues bien, ¿es más complicado para los españoles 2025 que 1975? De primeras, no lo parece, pero es una pregunta que seguro genera respuestas dispares, y probablemente la mayoría con parte de razón. El mensaje de Felipe VI alude a desafíos actuales como el acceso a la vivienda, que está quebrando el intento de tantos jóvenes de lanzar su propio proyecto. O la propia disrupción tecnológica, que genera incertidumbre en muchas situaciones laborales. O la preocupación por los desafíos ambientales. Son problemas que tiene el español de 2025 y que no tenía (o no en el mismo nivel) el español de 1975.
Y junto a estos desafíos, hay otros que se están haciendo fuertes y que pueden generar un futuro incierto y preocupante, como la creciente polarización y el descreimiento en algunas instituciones.
En palabras del rey, las democracias atraviesan "una inquietante crisis de confianza", que está afectando "seriamente al ánimo de los ciudadanos y la credibilidad de las instituciones". Su discurso asume que hay una percepción de que la tensión en el debate público puede llevar a una sensación de "hastío, desencanto y desafección". Efectivamente, estamos como sociedad, y no solo España, en un punto crítico, en el que todo se puede deslizar hacia el populismo, hacia una ruptura de la convivencia con resultados que quebrarían el desarrollo de estas últimas décadas.
Son retos muy complicados de "este mundo convulso, donde el multilateralismo y el orden mundial están en crisis y las sociedades democráticas atraviesan una inquietante crisis de confianza". Ahí va el reconocimiento del rey a la situación actual, pero en el mensaje subyace que, si España fue en 1975 capaz de avanzar y asentar la democracia, ahora tenemos también todos los mimbres para superar los desafíos actuales.
Y en ese punto, el discurso de Felipe VI toma un giro que bien podría estar inspirado en el icónico discurso que dio John F. Kennedy en su investidura. "Preguntémonos, sin mirar a nadie, sin buscar responsabilidades ajenas: ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros para fortalecer la convivencia?, ¿qué líneas rojas no debemos cruzar?", nos ha dicho. Sus palabras no se alejan demasiado del "no preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregunta qué puedes hacer tú por tu país" que dijo el presidente norteamericano en su icónico discurso de investidura que dio el 2 de enero de 1961, minutos antes de entrar por primera vez como presidente a la Casa Blanca.
La receta del rey es diálogo, ejemplaridad de todos los políticos e instituciones, empatía con el otro, dignificar siempre a las personas, asumir que las ideas propias no son dogmas y que las de otros no son amenazas. En definitiva, todos los elementos que permitieron a la sociedad española de hace 50 años alumbrar la Constitución que nos dio ese marco de convivencia en que vivimos todos.
2025 ha sido un año bastante intenso política y socialmente para España. Y 2026, además con tanta incerdidumbre política y electoral por delante, también apunta a ser un año lleno de posibles curvas en las que derrapar. Igual que hace 50 años, aquí la clave es saber qué líneas rojas no se deberían traspasar, en qué se puede ceder y en qué se debe insistir. Hay mimbres para que vuelva todo a salir bien. Y desde luego no será porque la ciudadanía -la española, pero también la europea y la mundial- no ha pasado ya por situaciones peores y siempre las ha sabido superar.