Robert Redford, la integridad de un hombre de una pieza

Algo tan prosaico como el pelo fue decisivo en la carrera de Robert Redford. Su flequillo rubio, lacio y desordenado, resumía el secreto de su atractivo. Cuando en Tal como éramos, la película de 1973 de Sydney Pollack, Barbra Streisand le apartaba con sus afiladas manos los mechones rubios que le caían sobre los ojos, ardía la pantalla. El fuego de Redford, fallecido en su casa de Utah a los 89 años, era intenso, pero, de forma paradójica, también seguro. El actor representó como pocos un tipo de masculinidad sexy y reservada, alérgica a la vanidad. Bastaba con apartar aquel flequillo rubio de guapo californiano para encontrar lo que de verdad importa: un hombre de una pieza.