Las serpientes, el aventurero capitán Gilson y los secretos de Enid Blyton
Las vacaciones llegan a su fin bajo la advocación de la controvertida escritora británica y una biografía que la muestra como un personaje oscuro


La vida tiene estas cosas que tú vas y le presumes a alguien de que te ha caído un rayo en casa y él te cuenta que le ha mordido una víbora, que es más aventura. Manolo Díaz, el especialista en jardines que el otro día trepó con audacia digna de Jack Aubrey los 35 metros de mi abeto Douglas para colocarle unas bridas en la brecha que le abrió una pavorosa centella a mediados de verano, me explicó como si tal cosa la ocasión en que sufrió el ataque de la serpiente. Fue cerca del Gorg Negre de Viladrau y recibió el mordisco en un dedo al apoyar la mano sobre una piedra durante la bajada. “Noté un picotazo como si me hubiera herido con una zarza y vi enseguida a la víbora: no había duda, corta, de cabeza triangular, nariz levantada, ojos de pupila vertical”. Manolo me confesó: “Hice todo lo que no se debe hacer en estos casos. De entrada, José, que me acompañaba, me agarró el dedo y me lo mordió y chupó para sacar el veneno; me dolió más que la picadura. Luego me hizo un torniquete con un alambre, que provoca que se necrose el miembro [superior]. Y a continuación, con los nervios de punta, bajé corriendo hasta Viladrau, poniéndome el corazón a mil por hora, lo que hace que la ponzoña se extienda más deprisa”.