La regla del 30, combustible para los incendios de sexta generación: "La cosa más mínima puede desencadenar un gran fuego"
La regla del 30, combustible para los incendios de sexta generación: "La cosa más mínima puede desencadenar un gran fuego"

Las lluvias de marzo y abril, tan esperadas y celebradas como remedio a la sequía casi crónica que padecen los embalses españoles, tuvieron un efecto inesperado para la mayoría, aunque no para los expertos: la vegetación de los montes y las mesetas, que floreció gracias al agua y la humedad entonces, acabaría siendo la primera piedra para cimentar los voraces incendios que asolan España durante este mes de agosto.
Las condiciones climatológicas y algunos factores humanos explican que los incendios -según los datos, menos que otros veranos, pero más voraces- se conviertan en fenómenos prácticamente imparables a los que bomberos y servicios de emergencia deben enfrentarse. Varios factores provocan que estos incendios se conviertan en "la tormenta perfecta": "Una ola de calor con temperaturas superaltas, humedad superbaja, mucho viento y mucha vegetación tras un año bueno de lluvias en marzo y abril", explica a 20minutos Francisco Cubero, jefe intendente de la zona de Campo de Gibraltar.
Bajo esas condiciones se cumple lo que en argot profesional, bomberos, meteorólogos y expertos forestales conocen como "la regla del 30", bajo la cual "la cosa más mínima que suceda, accidental, intencionada o incluso natural (aunque esto es poco probable), desencadena un incendio que, con las condiciones adecuadas, corre y hasta vuela", sostiene Cubero.
Bajo la regla del 30, "si aparece un incendio podrá quemar todo a su alrededor"
Francisco Martín, meteorólogo de Meteored, detalla a 20minutos las pautas para que se de esa "regla del 30": "Para que haya condiciones meteorológicas de incendios, la temperatura debe ser mayor de 30ºC, la humedad por debajo del 30% y el viento superior a los 30 km/h".
Unas condiciones que la meteorología (por el cambio climático) hacen cada vez más frecuentes: "Estamos viendo mínimas de 26ºC este verano, y máximas de 40ºC en el sur durante el mes de mayo, es algo que yo no había visto en 38 años de experiencia", sostiene Martín.
Los expertos sostienen que, en el panorama actual, la climatología invita a pensar que estas condiciones se darán de forma cada vez más habitualm en los próximos años: "Las tendencias climáticas indican veranos más calurosos, más persistentes y más duraderos, y si son precedidos de primaveras lluviosas, tendremos mimbres para que se den estos incendios", subraya el meteorólogo.
Sin embargo, no todo refiere a la meteorología: la mano humana -que provoca, por descuido o por propósito, por acción o falta de ella, el 90% de los incendios- también da pie a que se produzcan estos incendios. Una de las claves está en el modo de vida de la España 'vaciada' y el estado de los montes: "Hace 30, 40 o 50 años la gente trabajaba en el monte, pero actualmente, con el abandono de los aprovechamientos forestales, el campo crece desmesuradamente", comenta Carlos Madrigal, decano territorial del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales. "Es como cuando una persona se corta el pelo, si estamos mucho tiempo sin cortar, crecerá sin límite", expone.
Esa vegetación, voluminosa tras las lluvias, pero seca por el calor, se convierte en lo que los técnicos forestales llaman "combustible fino" que puede "participar activamente" en que un incendio de pasto, más débil, se propague rápidamente hasta convertirse en un incendio forestal: "Una vez iniciado el incendio, lo que hay que ver es el comportamiento, y lo que estamos teniendo en los últimos años, por la meteorología y la evolución de la vegetación, son incendios de gran progresión y gran avance". Tras una primavera especialmente lluviosa, y sin nadie que trate ese exceso de vegetación en el monte, bajo la regla del 30 "si aparece un incendio podrá quemar todo a su alrededor", explica Madrigal.
"Por más hidroaviones que tengas, el agua se evapora antes de llegar al suelo"
Bajo estas condiciones, los voraces incendios pueden crecer hasta convertirse en fuegos de sexta generación, que "tienen vida propia y condiciones variantes" que complican especialmente su control y su extinción, sostiene Cubero. "Son incendios que pueden crear su propio tiempo, sus propias nubes y entornos favorables por sí mismos para propagarse rápidamente", comenta Francisco Martín.
En esos casos, su extinción se convierte en una auténtica guerra sin cuartel entre el fuego y los bomberos: "Tenemos grandes profesionales, pero estos incendios llevan su tiempo y las condiciones son muy cambiantes, hay que ir atacándolo y aprovechando las ventanas de oportunidad para ir reduciéndolo", subraya el bombero gaditano. "En un incendio con llamas de 30 o 40 metros, por más hidroaviones que tengas, no vas a poder apagarlo, porque el agua se evapora antes de llegar al suelo", completa Madrigal.
Los expertos apuntan a que, como consecuencia del cambio climático, España y la zona del Mediterráneo experimentará veranos cada vez más largos y secos, pero también precipitaciones más intensas, inundaciones y fenómenos destructivos que den pie a fenómenos devastadores como estos incendios. Las soluciones: impulsar y dotar de medios a la prevención de incendios y la concienciación ciudadana como elementos clave para la lucha contra los incendios.