‘Wicked’, el fenómeno que ni sus protagonistas esperaban: “Todos sentimos en algún momento que no encajamos”
La guerra se ha desatado en Estados Unidos. Nadie está a salvo, todos tienen que escoger un bando. Y la decisión está muy empatada. La pregunta es solo una, sencilla y directa: ¿rosa o verde? ¿Glinda o Elphaba? ¿La bruja buena y rubia o la malvada (o no tanto) verde bruja del Oeste? La cuestión se expande por ciudades y pueblos. El empate era real en los disfraces de Halloween, la gran fiesta patria no oficial estadounidense. Los colores se dejan ver en cientos de productos de merchandising, desde coches de lujo especialmente customizados hasta ollas, zuecos, cosméticos, sudaderas o (en serio) macarrones precocinados, los populares mac&cheese. La fiebre de Wicked es una invasión imparable. El último estreno mundial, la premiere americana, tuvo lugar en un Lincoln Center customizado en rosa y verde, lleno de flores y fotografías y con colas kilométricas desde horas antes, en una Nueva York en la que hasta su célebre pista de hielo navideña estaba patrocinada por cortesía de Wicked, llena de banderas. Sí. Rosas y verdes. Su popularidad americana es explosiva, pero ¿qué pasa con el resto del mundo?