¿Sirve para algo la 'sociedad civil'?
Los países occidentales presumimos mucho de ser democracias

Los países occidentales presumimos mucho de ser democracias liberales ejemplares. Nos atrevemos a 'evangelizar' a sociedades de otros países, que tienen diferentes formas de organizarse, rendir cuentas y participar socialmente. Quizá antes que juzgar a otros deberíamos preguntarnos si estamos aplicando nuestra democracia plenamente.
Las democracias liberales (como la española) son, en mi opinión, la mejor forma de organizarnos, convivir y avanzar en sociedad. Pero la democracia hay que ejercerla. No son solo normas y arquitectura institucional, son también las actitudes que tenemos las personas.
¿Qué personas? De entrada, quienes en alguna etapa nos dedicamos a la política. Pero igualmente los miembros de la Justicia, los periodistas, los empleados públicos… y también el conjunto de la sociedad.
¿Quién es la sociedad civil?
Pues todo el mundo. Quienes están en redes sociales, asociaciones de vecinos, culturales, deportivas, AMPAS, think tanks, patronales, sindicatos, ONG, iglesias, etc.
La sociedad civil no es un pequeño grupo de mentes preclaras reflexionando sobre alta intelectualidad. Es todo ciudadano/a que habla de los problemas y oportunidades que observa.
Un interesante ejemplo de sociedad civil, recientemente creado, es la Plaza del Círculo de Bellas Artes. Un espacio de innovación y consenso presentado por su director Valerio Rocco en estas mismas páginas de 20minutos la semana pasada, que convoca y reúne a gente de todas las edades, pensamientos y trayectorias profesionales y vitales.
¿Qué puede hacer la sociedad civil (todos) para que la
democracia funcione mejor?
Aportar ideas, reflexión y análisis crítico en los espacios físicos y online que existen. O crear los que no existan.
Con tres tareas fundamentales:
1. Generar debate público e ideas entre visiones diferentes. Dada la dificultad actual de parlamentos y partidos políticos para tener conversaciones serenas con opiniones diferentes, es más necesario que nunca dar ejemplo desde la sociedad civil.
2. Checks and balances. La transparencia, los controles y los equilibrios son esenciales para evitar abusos de poder en democracia. Los gobiernos deben rendir cuentas ante los parlamentos, los medios de comunicación y la justicia. Pero también ante la sociedad civil, escuchando y respondiendo a los sectores afectados. Tenemos el ejemplo reciente de las asociaciones de afectados por la DANA o por los fallecimientos en las residencias de Madrid.
3. Facilitar que surjan líderes y referentes. Históricamente han sido muy importantes los referentes sociales, culturales, deportivos, sindicales, empresariales, religiosos, periodísticos… La ausencia de estos hace más difícil articular la opinión pública y generar cohesión.
¿Les gusta a los políticos que exista una sociedad civil
organizada?
Pues a muchos no. Les molesta porque da trabajo, hay que reunirse, dar la cara, escuchar dudas y quejas sobre tu labor…
Se equivocan esos políticos. Una sociedad civil fuerte y organizada claro que da trabajo, pero también genera como resultado una mejor política, mejores ideas, más respeto mutuo y mayor sentimiento de pertenencia a un proyecto común.
Una forma de medir si estás ante un buen político/a es observar si escucha de verdad y si garantiza el protagonismo de la sociedad civil y la transparencia.
Que nadie sienta que es pesado o molesto por organizarse, proponer, opinar y apretar por una causa justa en su universidad, barrio, trabajo o redes sociales... Al revés, lo que está haciendo es necesario para que la democracia funcione mejor y la sociedad avance.
Conclusión: solo hay democracia plena si existe una sociedad civil organizada. A por ello.