El aborto y los circunloquios del PP

El aborto y los circunloquios del PP

Al PP se le han abierto incómodos debates en el escenario en las últimas semanas. La irrupción del genocidio de Gaza en las calles españolas desde que las protestas impidieron el final de la Vuelta Ciclista en Madrid ha enredado el discurso de los populares, encasquillado como estaba en la corrupción sanchista y la exigencia de elecciones. Dirigentes territoriales y genoveses basculan como pueden estos días entre la denuncia de la crueldad israelí y la defensa de su derecho a hacer lo que quieran con los palestinos desde aquel atroz 7 de octubre del que ahora se cumplen dos años: mostrarse compungido por la matanza y la hambruna de niños indefensos y, al tiempo, reírse de la flotilla que pretendía llevarles alimentos además de votar contra el embargo de armas a Israel. La imprenta de cuadernos de consignas de Génova no da abasto.

Lo que nadie del equipo de Feijóo esperaba es que el derecho al aborto se viniera a sumar a estos inoportunos desvíos del camino principal, y menos, invitado desde sus propias filas. El apoyo del alcalde de Madrid a una iniciativa de Vox que obligaba a las mujeres que quieran abortar a recibir información sobre un supuesto síndrome postaborto apenas duró un día tras el conveniente pescozón de Génova. La puerta abierta por Almeida era justo la que Feijóo quiso mantener sellada en el reciente congreso del partido, soslayando cualquier pronunciamiento orgánico al respecto, pero ya no ha sido posible volver a cerrarla.

Sánchez no ha perdido oportunidad y ha propuesto blindar el derecho a la interrupción del embarazo en la Constitución mientras desde el Ministerio de Sanidad han exigido a las comunidades que aún no lo tengan que creen y comuniquen el censo de médicos objetores de los hospitales públicos al que obliga la ley. Entre ellas, para sorpresa de algunos, está Madrid y Díaz Ayuso ya ha dicho que se lo está pensando.

Incluso la más liberal de los dirigentes del PP se resiste a que un derecho conseguido tras largos años de reivindicación femenina, esté garantizado en el sistema público, lo que dice mucho de la tradicional hipocresía de la derecha y de su concepto de la equidad. Para eso está la sanidad privada, donde de hecho se practica la mayoría de los abortos legales en España, igual que estaba Londres, para quien se lo pudiera costear, en los oscuros tiempos del franquismo y los comienzos de la Transición. El PP no discute el derecho pero defiende a los médicos que no lo quieran proveer. Más rodeos, como con Gaza, para no dar la cara por un derecho reconocido legalmente y que, pese a la falsa controversia moral que alimenta la ultraderecha, lleva años aceptado por una amplísima mayoría de españoles y españolas.

¿Agenda ideológica contra responsabilidad de Gobierno? Feijóo acusa a Sánchez de parapetarse en la primera para eludir la segunda pero todo partido que pretenda gobernar debería estar provisto de ambas. El derecho al aborto o la denuncia de genocidio gazatí también definen a un gobierno y tanto Moncloa como sus socios lo saben. Del PP que gobernaría con Vox aún nos queda por saber.