Monja a la fuga por la Gran Vía: Rosalía, historia de una campaña de ‘marketing’ como nunca se hizo
Llámenlo acto de fe. Quienes peregrinaron la noche del pasado lunes a la madrileña plaza de Callao esperaban un mensaje divino. Y lo encontraron: envuelta en su blanca pulcritud y ascendida por las masas, santa Rosalía, patrona del pop español, alumbró el camino a seguir para cualquiera que quiera liberarse de los dictados terrenales en la industria musical. Bajo un manto mesiánico, desató la mística para hallar la luz promocional y evitar los infiernos del olvido en la era de la sobreinformación. De entre las infinitas plegarias atendidas online, el influencer Alex Sinos daba en el clavo: “Desde hoy, todas las agencias de publicidad intentando vender a los clientes ‘una presentación tipo Rosalía en Callao”. Quizá por eso, para evitar una futura avalancha de superestrellas liándola parda por sorpresa en el centro de Madrid, el Ayuntamiento se precipitó a abrir expediente sancionador a la artista por falta de permisos, con la amenaza de una multa que nadie sabe cifrar exactamente.