El semestre

Los últimos seis meses han estado trufados de sorpresas.

El semestre

A tres días de la vacación, pienso en estos seis meses que han pasado desde que Trump está en el poder, que equivalen a diez años de perro, porque hemos envejecido más que Pedro Sánchez en la última legislatura. Medio año trufado de sorpresas, en el que los precios de los aranceles son más flexibles que una gimnasta, un día están arriba y al momento, caen en picado. Hemos aprendido que las guerras no terminan por mucho que algunos quieran, la arrogancia, la ambición y las mentiras nunca fueron buenas armas en el negocio de la pacificación.

Unos meses en los que hemos sabido que las tramas de corrupción se multiplican como las sombrillas en las playas, menos concurridas estas que los juzgados. Que las sobremesas en el Ventorro son agujeros de gusano donde el tiempo se diluye, como se diluyen las responsabilidades. Que en Navarra arrancan tramas corruptas que empiezan en la calle Estafeta, como los sanfermines, y acaban en la cárcel. Que Villarejo grabando creó escuela, y el macho ibérico chusco y cubatero que se reparte tías y contratos públicos a partes iguales no se ha extinguido. Hemos visto cómo la familia puede pesar más que un ancla, que te arrastra y te acaba ahogando, por muy capitán que te creas. Que Hacienda somos todos, aunque unos más que otros, y que las leyes se esculpen al gusto de algunos, con dinero, cincel y martillo.

Un semestre en el que hemos descubierto que las saunas pueden ser más que depurativas y los barcos con narcos peligrosos. Que la vivienda no va a bajar ni los sueldos van a subir. Que el racismo se cuela en los pasillos del Congreso y acaba en nuestras calles. Y que, compren en el Covirán o tiren de tupper, hay comer antes de las cinco.