El gran sueño de la reunión de la máscara de Tutankamón y el busto de Nefertiti

Egipto tiene todo el derecho moral a recuperar sus obras emblemáticas de época faraónica que poseen los museos extranjeros. Y desde luego la apertura del despampanante Gran Museo Egipcio (GEM, por sus siglas en inglés) es una buena ocasión para presionar para que vuelvan esos tesoros culturales y artísticos, a la cabeza de los cuales está la tríada (y valga el símil egiptológico) Nefertiti-Rosetta-Dendera. Es decir el busto de la reina Nefertiti procedente del taller del escultor Tutmose en Amarna, la estela helenística con un decreto en tres escrituras conocida como la piedra de Rosetta y que sirvió para descifrar los jeroglíficos y el bajorrelieve con un mapa astronómico denominado el Zodíaco de Dendera y arrancado del techo de una cámara del templo de la diosa Hathor en esa localidad en la orilla del Nilo, a 60 kilómetros al norte de Luxor.