La política del odio no entiende de números
Los gurús oficiales de Bruselas acaban de poner a España por delante de Alemania y Francia en otra de las grandes cifras que definen un país. Las previsiones económicas de otoño de la Comisión Europea dadas a conocer esta semana señalan que España acabará 2025 con un déficit de un 2,5 %, cifra significativamente menor al 3,1 % y el 5,5 % de las dos grandes potencias de la UE. También lo hará en las proyecciones de los dos próximos años en las que volveremos a situarnos por delante de ambas en el equilibrio de nuestras cuentas públicas respecto al PIB. Parece que lo de gastar lo que no se tiene no es intrínseco a la supuesta frivolidad mediterránea que tantas veces nos han atribuido los intachables nórdicos.
El crecimiento económico, robusto y sostenido según palabras de la misma UE, que continuará situando a nuestro país en cabeza de las cuatro principales economías de la zona euro hasta 2027, es el principal responsable de tan buenos datos. Inversión, consumo y empleo, impulsados por los fondos europeos, están obrando un milagro que tocaría aprovechar al máximo, además de distribuirlo. Pero estamos a poco más de un mes de despedir el año y todo apunta a que el Gobierno sigue teniendo imposible aprobar los Presupuestos del año que viene, y ya van dos ejercicios sin nuevas cuentas para repartir esa bonanza de las cuentas públicas.
María Jesús Montero, no obstante, se ha puesto el traje de campaña, pese a la lejanía del 2027 reiterado por el presidente como inamovible fecha electoral, y ha iniciado la exhibición de millones que le permiten las cuentas para poner en aprietos tanto a la oposición como a los socios que se niegan al acuerdo presupuestario. La primera medida ha sido prolongar la flexibilidad del déficit a las autonomías hasta 2028, permitiéndolas un desajuste en sus presupuestos de hasta un 0,1 % de su PIB. Nada menos que casi 5.500 millones más de gasto disponible, aprobado pese al rechazo de las comunidades gobernadas por el PP.
Esto de rechazar decisiones que benefician a tus propios electores debe ser capítulo obligado del manual de la nueva política del odio que tan eficazmente maneja la ultraderecha y tan aplicadamente se está aprendiendo la derecha tradicional que compite con ella en España y Europa. La anunciada ruptura de Junts con el Gobierno parece estarlo siguiendo al pie de la letra cuando Miriam Nogueras, su portavoz en el Congreso, afirma, sin distinción de contenido, que sus diputados no votarán ni una sola de las leyes que proponga Moncloa, sea cual sea, incluidos los Presupuestos, con la sola excepción de las que “beneficien a Cataluña”.
La ministra de Hacienda, pese a todo, asegura que va a presentar el proyecto en el Congreso aunque solo sirva para mostrar los millones a los que renunciaría Cataluña, al igual que las comunidades gobernadas por el PP, si vuelve a quedarse sin aprobar. Gabriel Rufián, que se está convirtiendo en uno de los diputados más activos y brillantes del maltrecho bloque de la investidura, ya le espetó a Nogueras si es porque los catalanes no tienen sanidad o educación publica, o no usan los trenes o las carreteras, por lo que no van siquiera a negociar los Presupuestos con el Gobierno.
El año pasado Hacienda renunció a presentar las cuentas a votación al saberse sin apoyos suficientes. La “pérdida de tiempo” con la que lo justificó entonces se ha transformado ahora en un “sudaremos la camiseta hasta el último minuto”. Moncloa ha decidido convertir el debate presupuestario en una adelantada campaña electoral con sus boyantes cuentas públicas como arma. La tóxica y polarizada política actual, sin embargo, tiene otras prioridades. La legislatura está muerta, agonizante y no hay otra que adelantar elecciones es la única exigencia del PP y Vox, mensaje al que los de Puigdemont se acaban de apuntar levantando la mano pero sin ofrecer la otra para presentar una moción de censura.
Moncloa ha decidido convertir el debate presupuestario en una adelantada campaña electoral con sus boyantes cuentas públicas como arma
Mientras, en Moncloa hacen los números que no hacen en otros despachos. Los del déficit, los del crecimiento económico, los del empleo y los de las proyecciones de cuánto puede durar esto, y muchos apuntan al 2027, pero no hay tiempo que perder. La estrategia ya no sólo puede ser resistir sino pasar a la ofensiva. La primera andanada la comanda María Jesús Montero con las cuentas de unos Presupuestos imposibles. De aquí a fin de año verificaremos su eficacia.