Es feliz Navidad, no felices fiestas

Es feliz Navidad, no felices fiestas

¡Ya casi estamos en Navidad! Vuelve el turrón, la lotería que nunca toca, los peces en el río, el cuñado gorrón… Y vuelve el debate que hasta hace unos años no sabíamos que necesitábamos: ¿se dice feliz Navidad o felices fiestas? No hay respuesta buena, o se te ofenden los fans de la diversidad o los de la misa del Gallo. Puestos a ganarme enemigos, voy contra los que rechazan la tradición. No porque sea creyente, a la religión le tengo más respeto que fe, pero es que lo que se celebra no es un concepto de fiesta abstracto. La Navidad es una celebración católica concreta.

Luego, alrededor, hemos puesto luces de colores, árboles cada año más caros y anuncios de bombones, pero la realidad es que la fecha marca el nacimiento del hijo de Dios según la Iglesia católica. Si borramos eso, no solo es que dejen de tener sentido las figuritas del Belén. Es que no se entiende ni un cuadro de los que cuelgan en el Museo del Prado. Por mucho que lo woke quiera obviarlo, Occidente se ha construido en torno al cristianismo. Y que los españoles seguimos casándonos por la Iglesia, aunque para la mayoría sea el único día que entran en una, llevamos nombres bíblicos y nos sabemos al menos el Ave María de Bisbal. Somos aconfesionales de boquilla.

Otra cosa es que el capitalismo quiera convencer a mis hijos de que estas fechas son para recibir sobredosis de regalos y que los padres nos dejemos los cuartos en Naviland viendo actores que merecen algo mejor haciendo de elfos. El espíritu navideño de la sociedad se ha vuelto tan frívolo como el que recupera una adicta al trabajo atrapada en un pueblecito encantador en esas películas navideñas que son siempre iguales. Todo va en la línea de cambiar cristianismo por consumismo y se justifica con el desnortado discurso de la inclusión de todas las religiones.

No sé, yo no me siento atacado si alguien me dice feliz Janucá o Ramadan Mubarak. Nombrar algo no es imponerlo, sino más bien una constatación del calendario. Felicitar la Navidad no elimina celebraciones de otras creencias, ni decir felices fiestas hace que todo conviva mejor. Es un comodín nacido del miedo que suena a correo corporativo. Pero no parece que lo vea así Sánchez, que lleva años sin nombrar la Navidad en sus felicitaciones institucionales. Al parecer, la convivencia consiste en borrar la tradición...

Lo que cierta izquierda consigue es lo mismo que con la bandera, que la derecha se apropie de una espiritualidad que pertenece a todos. A ver si este año con lo del disco de Rosalía cambia la cosa y la Navidad deja de entender de bandos. En lo único en lo que parece que estamos todos de acuerdo es en lo de los Reyes Magos. A nadie le molesta que vayan a adorar al niño, me da que porque se dejan una pasta por el camino. Así que igual lo único que podemos decir todos es… ¡feliz gasto!